martes, 12 de enero de 2010

Mi debut como taxista


Hay situaciones que difícilmente se olvidan. Mi primer servicio en el taxi es una de ellas. Tras solo dos o tres mañanas de aprendizaje, lo justo para aprender el funcionamiento del taxímetro, los suplementos, las tarifas y poco mas, y en un arranque de “ahora o nunca”, cojo el taxi. Tan decidida que incluso olvido en casa el carné de conducir. Acto seguido me dirijo a la parada de Martínez Tornel, una de las más céntricas y concurridas de Murcia.

Un solo hueco para aparcar, inicio las maniobras, que de una Parnet que conducía habitualmente a un Mercedes cambian un poco, (sobre todo eso del freno de mano de pedal) ¡Bien! Consigo meter el coche sin darle a los postes y tirar el tejado encima. Seis taxis delante de mí, tengo tiempo para relajarme antes de que llegue mi turno. O al menos eso creía yo. Porque de pronto se van todos y se sube una clienta a mi lado.

-Hola,
-Hola, vamos ahí mismo a coger unas bolsas y después a mi nueva casa que estoy de mudanza.

Me indica la calle, que en realidad no era una calle, sino un callejón curvo y sin salida. Mientras ella sube a su casa hasta diez veces y llena el maletero de bolsas de basura, yo estoy tan preocupada en como demonios voy a dar la vuelta al coche allí que olvido contar las bolsas para poner los correspondientes suplementos. Por fin lo consigo, la señora vuelve a subir al coche y me dice que vamos cerca del Hospital Morales Meseguer.

Al tiempo que le pregunto por donde prefiere que la lleve, de alguna extraña manera que no consigo comprender, ella me dice que por la Gran Via y yo ya había echado por Juan de la Cierva, ¡está en obras!, le digo, que por otro lado era cierto. Pero todo esto carece de importancia, lo verdaderamente fuerte llega cuando le pregunto como se llama la calle donde vamos y me dice que no lo sabe.

¡Pues estamos bien! Una que no sabe donde vive y la otra que no sabe por donde va, pensé. Por fin llego a la circular, tras dar una vuelta extra porque me equivoco y me meto por el interior, viene la pregunta;

- ¿le gusta este trabajo?
- Pues si le digo la verdad, es usted mi primera pasajera.

Su cara era un poema, y yo en un intento de calmarla le digo;

- Pero no se preocupe, no domino las calles pero conducir si sé, tengo el carné dieciocho años. ¡Quien me mandaría hablar!, precisamente en ese momento me dispongo a reducir, con los nervios meto cuarta en vez de segunda, la señora comienza a dar cabezazos a mi lado….por esto de que no había cogido ese coche nunca.

Tras varias vueltas la señora cree reconocer el portal donde se sitúa su nuevo hogar, yo respiro aliviada.

-¿Cuántos bultos lleva?
- Seis

¡Y una leche!, pienso yo para mi, pero a esas alturas que mas da, me dispongo a marcar los seis suplementos, imposible, ya había parado el taxímetro.

- ¿Qué le debo?
- Nada
-¿Cómo?
Pues eso, ¿Qué quiere que le cobre?, la he echado por donde no era, me he equivocado en la redonda, hemos dado mas vueltas que una noria….

La señora muerta de risa, porque no era para menos me abonó la carrera entera y encima me dio propina, supongo que por la panzá de reír, porque desde luego por la rapidez y eficacia del servicio no fue.

P.D. No teman subir a mi taxi que esas cosas ya no me pasan, ahora me pasan otras,jaja.

2 comentarios:

Taxi Driver dijo...

Luego te cuento, que ahora ando con ganas de dormir jajajajaja

Marisa dijo...

Gracias por pasarte taxi Driver,

besos